domingo, 22 de marzo de 2009

"Mujeres que corren con los lobos" Clarissa Pinkola Estés

"Casi todas las depresiones, los tedios y las erráticas confusiones de una mujer se deben a una vida del alma fuertemente limitada en la que la innovación, los impulsos y la creación están restringidos o prohibidos. La fuerza creativa confiere a las mujeres un enorme impulso que las induce a actuar. No podemos pasar por alto la existencia de los numerosos robos e incapacitaciones del talento de las mujeres que se producen por medio de las restricciones y los castigos que la cultura impone a sus instintos naturales y salvajes.
Podemos escapar de esta situación siempre y cuando haya un río subterráneo o incluso un pequeño arroyo procedente de algún lugar del alma que vierta sus aguas en nuestra vida. Sin embargo, si una mujer que se encuentra "lejos de casa" cede todo el poder, se convertirá primero en una niebla, después en un vapor y finalmente en una simple brizna de su antiguo yo salvaje.
Cuando una mujer lleva demasiado tiempo lejos de casa, cada vez se siente menos capaz de avanzar por la vida. En lugar de tirar de un arnés elegido por ella misma, cuelga del que le han impuesto. Está tan exhausta y aturdida que pasa cansinamente por delante del lugar en el que podría hallar alivio y consuelo. La camada muerta está integrada por ideas, tareas y exigencias que no dan resultado, carecen de vida y no le aportan ninguna vida. La mujer que se encuentra en semejante estado palidece pero se vuelve irritable, es cada vez más exigente pero, al mismo tiempo, está más dispersa. Su vela arde y es cada vez más corta. La cultura popular lo llama "consumirse", pero es algo más que eso, es hambre del alma. Cuando se llega a este extremo, no queda más remedio que hacer una cosa; la mujer sabe finalmente, no que quizá o que a lo mejor volverá a casa sino que tiene que volver a casa.
El regreso a casa es especialmente importante cuando la mujer ha estado ocupada con cuestiones del mundo exterior y ha permanecido en él demasiado tiempo. ¿Qué duración tiene este tiempo? En cada mujer es distinta, pero baste decir que las mujeres saben con absoluta certeza cuándo han permanecido demasiado tiempo en el mundo y ya es hora de regresar casa. Sus cuerpos están en el aquí y el ahora, pero sus mentes están muy lejos.
Algunas mujeres temen que los que las rodean no comprendan su necesidad de regresar a casa. Y puede que no todo el mundo la comprenda. Pero la que tiene que comprenderlo es la propia mujer. Cuando una mujer regresa a casa siguiendo sus propios ciclos, los que la rodean tienen que entregarse a la tarea de su propia individuación y a la resolución de sus propias cuestiones vitales. El regreso a casa de la mujer propicia el crecimiento y el desarrollo de los demás.
Hay muchas maneras de regresar a casa; muchas son profanas y otras son divinas. Volver a leer pasajes de libros y poemas que nos han emocionado. Pasar unos cuantos minutos junto a la orilla de un río, una corriente o un arroyo. Tenderse en el suelo en medio de las sombras del crepúsculo. Estar en compañía de un ser amado sin la presencia de los niños. Sentarse en el porche quitándole la cáscara a algo, haciendo calceta, mondando algo. Caminar o conducir el automóvil en cualquier dirección y después regresar. Subir a un autobús con destino desconocido. Construir tambores mientras se escucha música. Saludar el amanecer. Desplazarse en coche hasta un lugar en el que las luces de la ciudad no borren el cielo nocturno. Rezar. Tener un amigo especial. Sentarse en el pretil de un puente con las piernas colgando. Sostener a un niño en brazos. Sentarse junto a la luna de un café y ponerse a escribir. Sentarse en el centro de un claro del bosque. Secarse el cabello al sol. Introducir las manos en un barril lleno de agua de lluvia. Plantar procurando ensuciarse las manos de barro. Contemplar la belleza, la gracia, la conmovedora fragilidad de los seres humanos.
Por consiguiente, las mujeres que están cansadas y transitoriamente hartas del mundo, que temen tomarse un poco de tiempo libre o interrumpir sus actividades, ¡ya es hora de que despierten!"

domingo, 8 de marzo de 2009

"Mujer que sabe latín" Rosario Castellanos

"El de Sor Juana no es camino de santidad sino método de conocimiento (...). Sueña con disfrazarse de hombre para entrar en las aulas universitarias; intenta pasar, sin otro auxilio que el de la lógica, de la culinaria a la química. Desde su celda de encierro escucha las rondas infantiles y se pregunta por las leyes de la acústica. Desde su lecho de enferma, sin más horizonte que las vigas del techo, indaga los enigmas de la geometría. Lectora apasionada, aprende el alfabeto por interpósita persona y llega a su hora final reducida a la última desnudez: la de no poseer un solo libro.
Virginia Woolf hubiera hallado en esta figura un antecedente de su arquetípica Judith, posible hermana de Shakespeare, quizá dotada de genio como él pero sacrificada por la organización patriarcal de la sociedad, a la ignorancia, al ahorro, al matrimonio por conveniencia, a la maternidad obligatoria. Virginia se indigna de este trato desigual a posteriori. Ella tiene lo que sus antecesores ambicionaron sin alcanzar: un cuarto propio, independencia económica, formación intelectual, respeto a su oficio de escritora (...).
Para Simone de Beauvoir (...), el lenguaje va a ser el medio gracias al cual ella (...) va a construir su existencia, va a arrostrar los riesgos de la libertad..."